Alguien me dijo una vez que según crecen los peques, tu forma de relacionarse con ellos va cambiando. Y cada vez lo veo más claro...
Confieso que he pasado de ser mamá cariñosa el 24 horas al día, a ser una especie de Jekyll-Hyde materno... Además, los cambios de "estado" se suceden a velocidad de vértigo.
Estamos tranquilamente en casa y el peque, a quien he estado mimando un rato y jugando con él, tira algo, rompe algo o realiza un acto llamémosle peligroso... de repente me cambia la expresión de la cara y doy un grito ¡¡NO!! que parece salido de los infiernos... supongo que el niño, que a veces no tiene claro si lo que ha hecho es peligroso o está prohibido, debe pensar que su madre es un poco bipolar. Su reacción en general suele ser quedarse quieto-parao y luego seguir a lo mismo... mi nivel Jekylliano va aumentando según el peque mantiene su conducta y llega un punto en el que le arranco literalmente de su objeto de deseo o actividad peligrosa y le dejo sentado en la otra punta de la habitación vociferando como una fiera descompuesta. Este círculo vicioso se prolonga un ratillo hasta que el peque cambia de actividad y Mamá-Hyde puede volver a relajarse.
Antes o después acabará entendiendo qué puede hacer y qué no, y entonces me tocará jugar a poli bueno-poli malo... pero para eso aún queda un poco de tiempo... creo que es el siguiente peldaño de la escalera ;)
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